
MI RECORRIDO
Desde mis tres o cuatro años, cuando la mente aún no conspiraba en desmedro de los sentires, fui una apasionada de la expresión creativa y de la comunicación.
Teatro, cine, música y libros infantiles eran mi mundo perfecto, en un contexto de pérdida temprana que pudo soslayarse en gran parte gracias al descubrimiento de esas vocaciones entusiastas y entrañables.

Con el tiempo y luego de haber sido siempre la alumna diez en todo lo que hacía, me volví abogada, con esos mismos honores y con la firme convicción de sumar justicia donde no la hubiera. Pronto aprendí que en la vida no existen los “dieces” y que la idea de control era sólo eso: una idea.
Mientras transitaba la profesión y con la siempre inquieta impronta de origen, incursioné en producción de medios de comunicación. También estudié otras disciplinas vinculadas al arte y al autoconocimiento.